Una
alergia
es
una respuesta del sistema inmunitario a un antígeno exterior. La
sustancia alergena no conlleva reacción en la mayoría de la gente
pero está identificada para mí como peligrosa por el sistema
inmunitario. Esta respuesta, resultado de una causa interior,
frecuentemente es el medio por el cual el cuerpo me indica que vivo
un estado de agresividad y de hostilidad con relación a una persona
o a una situación cualquiera, en función de la interpretación por
la mente de lo que vivo como tan especial. Las alergias (incluyendo
la fiebre del heno) son parecidas al asma, pero la reacción se sitúa
más al nivel de los ojos, nariz y garganta, en vez de los pulmones o
del pecho. Son todas las respuestas del sistema
emocional,
la liberación de emociones suprimidas por una reacción de mi
cuerpo. Éste reacciona a algo, una especie de símbolo mental,
porque intenta rechazar, ocultar
o
ignorar lo que le molesta. Rechazo pues una parte mía que me agrede.
Es el medio que uso para expresar mis emociones. Nada puede parar
esta reacción de rechazo por el momento, y esto no es racional
porque esto forma parte del campo del instinto y del inconsciente. Este enemigo coge poder,
mi poder de ser y de hacer, y esto me impresiona. Estoy impresionado
por
el poder de los demás en detrimento del mío.
Las
alergias
tienden
pues a indicar un profundo
nivel de intolerancia,
quizás el miedo a tener que participar plenamente a la vida, a
liberarme de todas las muletas emotivas que me soportan y que me

En cualquier caso, una cosa es segura: tengo
una alergia
porque
rehúso una parte de mí mismo y mi lucha inconsciente es grande. Es
mi resistencia, mi modo de decir no.
Mi mente graba una multitud de sensaciones buenas
o malas para
mí. Es muy posible que, si soy alérgico a algo, es que mi mente lo
ha asociado a cierto recuerdo bueno
o malo y
que mi instinto lo rechaza en este momento. La alergia
aparece
frecuentemente después de un acontecimiento
en que me he sentido separado
de
una cosa, de un animal, una persona.
Cuando vuelvo a vivir una situación que me recuerda este
acontecimiento triste y desgarrador para mí, tendré esta alergia
porque,
en alguna parte, mi cuerpo (mis sentidos) se acuerdan de todo y todo
está grabado en mis células.
Si
la situación vivida se acompaña de una gran angustia, son los
senos que estarán afectados (resfriado del heno, estornudos). Si
predomina el
miedo, mi alergia se expresará más por la tos (dificultad en
respirar) y si es más bien la propia separación que viví
difícilmente, las reacciones alérgenas se encontrarán más a nivel
de la piel (eczema, urticaria, dermitis, etc.)
Así,
en la base de la alergia,
siempre hay una emoción de irritabilidad o de frustración asociada
a un producto o a una situación por lo que representa para
recordarme este malestar que debo integrar o concienciar. Empezando a
aceptar
a
nivel de corazón mi vida y mis miedos, el proceso de integración se
activará y las alergias que complican mi existencia volverán al
universo.
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