dijous, 18 d’abril del 2013

ALERGIAS (en general)


Una alergia es una respuesta del sistema inmunitario a un antígeno exterior. La sustancia alergena no conlleva reacción en la mayoría de la gente pero está identificada para mí como peligrosa por el sistema inmunitario. Esta respuesta, resultado de una causa interior, frecuentemente es el medio por el cual el cuerpo me indica que vivo un estado de agresividad y de hostilidad con relación a una persona o a una situación cualquiera, en función de la interpretación por la mente de lo que vivo como tan especial. Las alergias (incluyendo la fiebre del heno) son parecidas al asma, pero la reacción se sitúa más al nivel de los ojos, nariz y garganta, en vez de los pulmones o del pecho. Son todas las respuestas del sistema emocional, la liberación de emociones suprimidas por una reacción de mi cuerpo. Éste reacciona a algo, una especie de símbolo mental, porque intenta rechazar, ocultar o ignorar lo que le molesta. Rechazo pues una parte mía que me agrede. Es el medio que uso para expresar mis emociones. Nada puede parar esta reacción de rechazo por el momento, y esto no es racional porque esto forma parte del campo del instinto y del inconsciente. Este enemigo coge poder, mi poder de ser y de hacer, y esto me impresiona. Estoy impresionado por el poder de los demás en detrimento del mío.
Las alergias tienden pues a indicar un profundo nivel de intolerancia, quizás el miedo a tener que participar plenamente a la vida, a liberarme de todas las muletas emotivas que me soportan y que me
permitirían vivir la autosuficiencia. Quizás tenga dificultad en discernir, elegir, tomar el lugar que me toca. La característica propia a la persona alérgica es frecuentemente la sensación de no ser bastante correcta.
En cualquier caso, una cosa es segura: tengo una alergia porque rehúso una parte de mí mismo y mi lucha inconsciente es grande. Es mi resistencia, mi modo de decir no 
 Mi mente graba una multitud de sensaciones buenas o malas para mí. Es muy posible que, si soy alérgico a algo, es que mi mente lo ha asociado a cierto recuerdo bueno o malo y que mi instinto lo rechaza en este momento. La alergia aparece frecuentemente después de un acontecimiento en que me he sentido separado de una cosa, de un animal, una persona. Cuando vuelvo a vivir una situación que me recuerda este acontecimiento triste y desgarrador para mí, tendré esta alergia porque, en alguna parte, mi cuerpo (mis sentidos) se acuerdan de todo y todo está grabado en mis células.
Si la situación vivida se acompaña de una gran angustia, son los senos que estarán afectados (resfriado del heno, estornudos). Si predomina el miedo, mi alergia se expresará más por la tos (dificultad en respirar) y si es más bien la propia separación que viví difícilmente, las reacciones alérgenas se encontrarán más a nivel de la piel (eczema, urticaria, dermitis, etc.)
Así, en la base de la alergia, siempre hay una emoción de irritabilidad o de frustración asociada a un producto o a una situación por lo que representa para recordarme este malestar que debo integrar o concienciar. Empezando a aceptar a nivel de corazón mi vida y mis miedos, el proceso de integración se activará y las alergias que complican mi existencia volverán al universo.

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