La
piel
recubre
todo mi cuerpo y delimita lo que está “en el interior” y
lo
que está “en el exterior”, es decir mi individualidad. Por su
superficie, mi
piel
es el órgano más importante de mi cuerpo. Es una capa protectora
que
delimita
con precisión mi espacio vital y que deja translucir fielmente e
inconscientemente
mi estado interior. Si soy una persona dulce, también lo
será
mi piel. Si es muy grande mi sensibilidad, también mi piel será muy
sensible.
Al contrario, si soy más bien duro conmigo mismo o con los demás,
mi
piel será también muy dura y espesa. Si está irritada mi piel, hay
algo o
alguien
en mi vida que me irrita. Una gran inseguridad hace que mi piel
sea
húmeda
mientras
que una piel
que
transpira mucho evacua las emociones que
retengo
y que necesito evacuar. La calidad de mis relaciones con el mundo
exterior
estará pues representada por el estado de mi piel.
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