Artículo publicado en inglés por la autora en la revista internacional de Jin Shin Jyutsu The Main Central (num. 65, verano de 2009) sobre su experiencia personal con el Arte:
AYUDÁNDONOS
La primera vez que conocí a Jordi, él llevaba 29 días en coma. Yo no había llegado hasta él porque fuera psicóloga o practicante de Jin Shin Jyutsu, alguien le había dicho a su familia que yo había pasado una experiencia parecida con mi marido.
Ellos querían oír de mis labios como puede aguantarse algo tan horrible, qué puedes esperar cuando los médicos piensan que si tu marido, padre, hermano o hijo despierta puede que sea peor que la muerte (vegetal, hemiplejia, disfunciones, minusvalías…).
Llegué al hospital una mañana a finales del mes de junio, sin propósitos, sin falsas esperanzas, sin promesas. Con una sonrisa, mis hombros relajados y una frase de Mary paseando por mi mente: no hay enfermedades, hay enfermos.
La familia estaba esperándome como si yo tuviera la respuesta, algo que darles. Me rodearon como cuando los niños escuchan a la maestra en la escuela. Yo no les iba a explicar un cuento, iba a hablar de mi dolor.
El relato de mi historia aunque partía del dolor acababa en la esperanza, mi cuento, aunque aún no tenía final, era feliz. Era una historia interminable de superación y aliento.
Ellos cambiaron sus caras, delante tenían a alguien que hablaba de algo diferente. Les ofrecí entrar en la habitación de Jordi y poner mis manos/cables para dejar que él decidiera.
Cuantas veces en los seminarios de cinco días había oído a los instructores hablar del flujo del 4 en derrames cerebrales (Wayne, Philomena, Carlos, Susan, Lynn…), y ahí estaba yo con esos primeros seis pasos invertidos.
Jordi me mostró sus ojos azules al tercer paso. A partir de ese momento ellos y yo nos fundimos en un proyecto: es igual cual sea el diagnostico, nosotros vamos a trabajar en equipo.
Yo había asistido por dos veces al curso Viviendo el arte de Margareth y sabía muy bien cómo podía esa familia colaborar con autoayuda. Desde ese mismo día le aplicaban por dos veces las manos y pies cruzados, regeneraban desde el amor incondicional toda aquella gran desarmonia.
Hemos estado meses codo con codo la familia, Jordi y yo, en el hospital, en el centro de recuperación y ahora en su propia casa.
Este enfermo está “desenfermando”, el Arte ha pasado a formar parte de su experiencia vital. La autoayuda y las sesiones periódicas le están devolviendo las riendas y el poder de autogestionarse.
Jordi y su familia no saben hasta que punto me han hecho feliz. Hasta donde han puesto a prueba todos mis miedos y dudas, hasta donde han conseguido afianzar mi confianza ciega en Jin Shin Jyutsu.
Pensando en él, he empezado a impartir las clases de autoayuda desde la raíz misma del amor, sin miedo a equivocarme, pensando que cada persona va a recibir aquello que esté dispuesta a integrar y nada más. Al principio nunca encontraba el momento de “lanzarme” y pensar en la familia de Jordi y en sus ojos azules, hace que cada curso sea un reto para mí.
Y, cuando dejas que todo fluya, llega la recompensa. El segundo día del último curso, cuando ya nos estábamos despidiendo, uno de los participantes me dijo: Pepa, acabo de entender que el curso de autoayuda de Jin Shin Jyutsu empieza ahora al salir de tu clase, “es un aprendizaje para el resto de nuestras vidas”.
En ese momento mi cinco estuvo feliz, mi seis estaba en equilibrio, mi ocho ya no expresaba la tristeza de mi nueve y mi siete dejo de negar su perfección.
En ese momento es cuando he sentido más humildad en mi vida, y di gracias a Jiro por haber encontrado a Mary, y di gracias a Mary por escuchar a Jiro.
PEPA BARRABÉS
Barcelona, Marzo de 2009
PS: Quiero mandar un mensaje para Margareth Umeoka Serra desde este artículo: la autoayuda llegó a mi país contigo. Antes era apenas tres libros que casi nunca abría. Contigo descubrí que autoayuda es auto-conocimiento, la base de toda mi vida. Gracias por insistir.
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